Cazando al dragón

El guerrero estaba agazapado en una pequeña cueva de la pared rocosa. Asomó la cabeza lentamente y miró hacia abajo. Se veía la cabeza del dragón, moviéndose primero a un lado y después a otro, vigilando por si había más hombres cerca. Al guerrero le llegaba el olor de la carne de sus compañeros ardiendo, tendidos inertes a los pies del dragón.
Tenía dos opciones, huir de allí lo antes posible o intentar matar al dragón él solo donde quince hombres juntos no habían podido.
En absoluto silencio saltó desde el hueco apuntando la espada hacia abajo.