Reseña sobre “La verdad sobre el caso Harry Quebert”

Dios mío, menuda enganchada de libro. Me acostaba leyendo y lo primero que hacía al despertarme era seguir por donde lo había dejado. Menos mal que solo tardé dos días en leerme las 672 páginas.

Sucede en New Hampshire, donde Estados Unidos es ya casi Canadá. Para mí tiene un aire a Twin Peaks, por ese ambiente de bosques solitarios que tiene el norte de los Estados Unidos y porque es la investigación sobre el misterioso asesinato de una joven, Nola Kellergan.

Y hay más, el protagonista es un joven escritor con una crisis creativa, Marcus Goldman, que se lanza a investigar el asesinato de Nola con la intención de exculpar a Harry Quebert, el que fuera su mentor durante la universidad. Y esta trama me hace fantasear con la idea de que Joël Dicker, el autor, escribió la novela impelido por la energía creativa de su editor Bernard de Fallois, que con 85 años entonces, creyó firmemente en que escribiría un libro magnífico. El señor De Fallois fue la musa de Dicker, como Harry Quebert lo fue para Marcus Goldman.

Por último, hay un hilo conductor que hilvana toda la obra y que es especialmente atractivo para todos los que estén pensando en convertirse en escritores, los consejos del sabio Harry Quebert, como por ejemplo este: “Me gustaría enseñarle a escribir, Marcus, no para que sepa escribir, sino para convertirle en escritor. Porque escribir libros no es nada: todo el mundo sabe escribir, pero no todo el mundo es escritor. -¿Y cómo sabe uno que es escritor, Harry?- Nadie sabe que es escritor. Son los demás los que se lo dicen”.

Paco Pérez Caballero. El reseñáculo.

Reseña sobre “El infinito en un junco”

Tan absorbente e interesante como una buena novela, pero no lo es, es un ensayo narrativo. Su contenido es fascinante desde el mismísimo título. Los juncos fueron el material que permitió pasar de escribir en tablillas de barro o pieles de animales a escribir en papiros, en papel. Todas las ideas que los seres humanos han sido capaces de pensar y transmitir pasaron alguna vez por encima de un junco convertido en papel. Todas esas ideas y las que vendrán de aquí hasta el infinito.

Irene Vallejo es una erudita, una filóloga a quien su padre le leía la Odisea cuando era una niña, antes de irse a dormir, la historia de Ulises que se echaba al Mar Mediterráneo para ir en busca de Penélope.

El infinito en un junco tiene dos virtudes fundamentales, primero el rigor histórico, documentado con detalle en la bibliografía que acompaña al libro y segundo el encanto narrativo de su autora. Irene Vallejo es la antítesis de un profesor de historia aburrido que solo habla de fechas y de reyes muertos. Irene transmite durante toda la obra su sorpresa inagotable ante los hechos del pasado que nos han convertido en los seres humanos que somos en el presente. Y cuenta anécdotas maravillosas como por ejemplo cuando Cleopatra se envuelve en una alfombra para escapar de su palacio, o cómo se creó la biblioteca de Alejandría. Al leer El infinito en un junco dan ganas de saltar atrás en el tiempo para visitar los lugares de los que habla. ¡Y los museos eran los lugares donde habitaban las musas!

Gracias, Irene, por ser una portadora de luz y de belleza.

Paco Pérez Caballero. El reseñáculo.