26/02/2016

Llevo unos días diciéndome hoy voy a escuchar Tom Waits todo el día. Pero no lo hago, porque es tan intenso, que me saca de lo que esté haciendo.

Esta mañana Radio Clásica ha puesto Kentucky Avenue mientras iba conduciendo. He tardado un minuto entero en poder salir del coche después de terminar la canción y de apagar el motor. Tom Waits, uf, cómo pegas, man.

Y después, a ratos durante el día, he ido escuchando versiones del Hallelujah. La mejor de todas, de alguien de quien no recuerdo el nombre y a quien soy incapaz de encontrar de nuevo por más que he buscado, cantada sólo con guitarra acústica en una sala donde el público estaba sentado alrededor de grandes mesas redondas. Finalmente he puesto a Leonard Cohen y me ha dado un latigazo aag!!! No hay onomatopeya precisa para contar cómo me he echado hacia atrás de repente en la silla, como despedido por los altavoces del ordenador, cómo me he frotado los ojos y la frente despacio y con fuerza como para repartir la acumulación de belleza que la garganta de ese hombre ha creado para mí.

Halle-luu-jah…. Halle-luu-jah…..

22/02/2016 – 2

Marta, son reflexiones distintas. Que se fabrique en países más baratos que el nuestro no me parece mal. No hay falta de ética ahí. Toda la actividad textil que llevo años viendo en Asia les aporta mucho más beneficio que perjuicio. ¡También aporta perjuicio, cierto! La contaminación es el peor de todos y contra eso hay que luchar. También te digo que las empresas más activistas contra la contaminación, son las occidentales que fabrican en Asia. Mira, yo nunca trabajé para H&M, por poner un ejemplo, pero te aseguro que sus prácticas en Bangladesh, donde los conocí bien, eran excelentes en todos los aspectos del proceso productivo. He visto a empresas textiles occidentales montar guarderías en las fábricas para las madres trabajadoras. ¡Coño, Granada montó una fábrica-feliz! ¿No te acuerdas? : )) con obligaciones y derechos de los trabajadores, las vacaciones, las bajas médicas….

Y permíteme que discrepe sobre el triste mundo : )) claro que hay un triste mundo, pero también hay un mundo feliz y, como ocurre en las figuras fractales, puedes encontrarlos en lo más pequeño (dentro de ti) o en lo más grande, cuando analizas el planeta entero. Lo que quiero decirte es que siempre está en tu mano decidir en qué mundo pones tu vida, tus esfuerzos, tus sueños, tu alegría y tus tristezas. Para ser más terrenal y menos abstracto, recuerdo el día que unos niños mendigos de Gulshan me pidieron dinero mientras estaba yo sentado en un rickshaw parado en un semáforo. En vez de darles dinero, les pedí dinero yo a ellos, diciéndole que yo también era pobre, ¿sabes qué hicieron? Me dieron el dinero que tenían… Nos reímos como locos. ¡Niños mendigos de Bangladesh!, es decir, prácticamente los cero grados Kelvin del termómetro de la pobreza.

Lo que hizo Jordi Évole ayer estuvo feo. Hizo parecer malos a los que el juzgó y sentenció como malos, cuando podría haber hecho un programa mucho más cañero, más auténtico, metiéndose donde de verdad están las raíces de algunos de los problemas que ayer tergiversó en su versión. Podría haber profundizado en por qué Camboya es tan pobre como es, podría haber ido a las escuelas y mostrar el sistema educativo que tienen. Podría haber hecho una exposición/reflexión sobre el tipo de ciudadanos que se forman en una sociedad con un sistema educativo sin recursos. De Bangladesh ya ni te cuento…. Esa es una de las raíces de la pobreza en el sur de Asia, la falta de educación y la infinita avaricia de sus líderes, que no son más que castas familiares prolongadas desde hace siglos. El sur de Asia todavía es feudal en muchísimos sitios.

La otra raíz del problema es, efectivamente, el esquema empresarial capitalista, donde sólo se entiende crecer o perecer, cuando lo justo sería tener crecimientos logarítmicos, es decir, crecer hasta cierto punto y a partir de ahí, invertir todo lo demás en ayudar a otros…. Un sinsentido si lo miras desde la avaricia del avaro.

22/02/2016

Lo siento, Jordi, pero no. Cuando vi el avance de lo que iba a ser el Salvados de ayer, Fashion Victims, te envié un tuit diciéndote «@jordievole me gustan tus programas,pero llevo 10 años en Asia y el avance del textil que he visto huele a impreciso y tendencioso,let’s see».

Bien, pues lo vi, y no fue impreciso, para nada, lo cual me pareció admirable. Pero sí fue tendencioso.

Me acordé del comentario de Anneloek Sollart, «mi opinión no es importante, sólo soy una directora de documentales» y pensé que era justo lo contrario de lo que estaba viendo en Salvados.

Cada vez que salía Camboya, la música de fondo era tétrica, era música de sucesos terribles, aunque los que aparecían en las imágenes estuvieran contentos y sonrientes.

Cuando le preguntabas al empresario español que tenía la fábrica en Camboya que por qué no se sabía el nombre del sindicato, parece que no te bastaba con la obviedad de que el camboyano no es un idioma fácil de aprender para un español, parece que querías encontrar un motivo más profundo al desconocimiento del entrevistado, quizá una reprobable falta de consideración ante los problemas de sus trabajadores…. Me pareció feo.

Cuando le decías a las chicas que trabajaban en la fábrica de Camboya que por el precio de cinco prendas se pagaba su sueldo de un mes, me pareció malo de llamarte la atención, de verdad. Sin inquina, sin acritud, pero llamarte la atención. Esa pregunta tendenciosa es la misma que si le dices a un trabajador de una fábrica automovilística en España que con la venta de un coche se paga su sueldo de un año. Come on, Jordi! Eso es un argumento que sólo busca escándalo. Ni el operario español fabrica el coche él solo, ni la chica hace los pantalones ella sola. Ella seguramente hace una de las 25 o 35 operaciones que tiene el pantalón, puede que sólo cosa el bolsillo, o puede que sólo cosa etiquetas, con lo cual, la venta de 5 pantalones cubre el que ella haya cosido 15000 bolsillos en un mes…

En fin, sin entrar en aburridos detalles técnicos, la prenda cuesta X de coste y se vende a X + Y%. Desde mi punto de vista, lo criticable es el margen, el Y%. La avaricia del comprador, cuando la hay, porque para poder comprar camisetas a cinco euros, como las que se venden en los centros comerciales de nuestro país, no puede costarte ocho euros fabricarla, ni en España, ni en ningún sitio. Evidentemente.

La avaricia del comprador no tiene que ver, en absoluto, con las condiciones socio económicas en las que está Camboya, o Bangladesh, donde he tenido la suerte de vivir durante cinco años, o China, donde ya llevo viviendo cuatro y pico.

En todos los años que he visto hacer ropa en Asia, que ya son unos cuantos, te aseguro que los compradores que mejores condiciones ponen para la compra son los occidentales. No te quiero ni contar las condiciones que aceptan los compradores locales, los del propio país, que tienen perfectamente asumido e interiorizado que viajen veinte de pie en el remolque de una camioneta porque ¡ellos son de allí y se han criado así! Eso que para el occidental son malas condiciones, para el local es el pan nuestro de cada día, y, por eso te digo, que cuando los compradores locales se ponen a apretar en condiciones, aprietan hasta límites bastante más duros que los occidentales.

¿Está bien que la gente lo pase mal? Obviamente no. Seamos más obvios aún: ¿está bien el MAL? Obviamente no.

El Salvados de ayer hizo de una obviedad (que es muy duro trabajar) un intento de dar penita que a mí, personal y humildemente, me pareció feo, teniendo en cuenta que, a estas alturas, ya tienes recorrido, experiencia y equipo para hacer programas cojonudos y mucho mejor orientados que el que vi ayer.

Insisto en que me atrevo a decirte esto porque creo que mi opinión, dadas mis circunstancias, cuenta. No para demonizarte, ni trolearte, que también son cosas feas.

Y más cosas… La joven empresaria gallega, las ex-empresarias, el consumo desmedido de los compradores finales… Mucho que opinar también sobre eso, pero bueno, quizá en otra ocasión.

Un cordial saludo.

11/02/2016

Al día siguiente de morir Santiago Carrillo me bajaba yo de un AVE en Santa Justa y oí a dos jóvenes comentar entre ellos, sonrientes, con INQUINA, hoy me voy a tomar un cervezón para celebrar que se ha muerto el hijoputa ése. Se me encogieron las tripas.

En un vídeo de los cientos que hay en Youtube sobre Pablo Iglesias, aparece él dando una charla, mucho antes de su popularidad política, comentando sonriente, con INQUINA, que en no recuerdo qué momento de manifestaciones, él estaba atendiendo quehaceres de la universidad en vez de estar en la calle repartiendo palos a los fachas. También se me torció el gesto.

Un amigo me contaba el otro día que dos chavales que están en su círculo cercano utilizaban frecuentemente las expresiones «puto moro», «puto negro», etc. Él les decía que si se habían parado a pensar qué significaban exactamente esas expresiones de INQUINA. Evidentemente no lo habían hecho.

Ayer vi a una perra sentada erguida en la acera y mirando fijamente al otro lado de la calle. Un chucho joven de brillante pelo café con leche. Era preciosa. Y también era preciosa su fijeza. Era el polo opuesto a todo lo que significa la palabra INQUINA. Su actitud noble, tranquila, desprovista de miedos me hizo pensar que, nosotros, que somos tan animales como ella, también podríamos tener la misma actitud, todos nosotros. Entonces ¿por qué no la tenemos?

No la tenemos por la falta de belleza (en el comportamiento y de todo tipo) que mamamos desde que nacemos. Y lo contrario, la tienen todos aquellos que se crían rodeados de ella.

Es la falta de amor la que llena los bares. Es la falta de belleza la que retuerce las tripas y la que genera esa INQUINA malsana que nos está destruyendo como una gangrena o un cáncer lento e imparable.

Y se puede emanar belleza siendo cursi y rosa o siendo más bruto que un saco de martillos. Pintando corazoncitos o deteniendo la pala excavadora unos segundos para que le dé tiempo a salir a un ratoncillo extraviado entre las piedras.

Emanar belleza es un acto de heroicidad, dados los tiempos que corren. Una actitud dificilísima de mantener en el tiempo, pero no imposible. De verdad, no imposible.

09/02/2016

No es que haya que quemar todas las redacciones de televisión del país y casi del mundo. No es que haya que dejar de ver la televisión, que es la opción obvia e inmediata. Es que hay que ser responsable si tienes entre manos un medio de comunicación de masas. Como decía el tío de Spiderman, ni más ni menos, un gran poder conlleva una gran responsabilidad, Peter Parker.

Lo comentaba el otro día con un amigo, el entorno se ha degradado en España. Me doy cuenta cada vez que vuelvo. Lo cierto es que después de casi diez años viviendo en Bangladesh y China ya me he desacostumbrado a ver la televisión y cuando llego a España no la enciendo, igual que no la enciendo tampoco cuando estoy allá.

Lo peor es que, incluso sin verla desde hace tantos años, me atrevo a opinar que nada de lo que emiten tiene el más mínimo valor. No me gusta opinar sin conocer a fondo aquello sobre lo que hablo y, sin embargo, siento nítidamente que no me equivoco al opinar a ciegas sobre la basura que se emite a todas horas por televisión. En todos los canales.

Un gran poder conlleva una gran responsabilidad: no se puede hacer basura televisiva sólo por ganar unos pocos miles de millones de euros. No se puede. La decencia, los valores que hacen que los seres humanos brillen y sean enormes en cada cosa que hacen valen bastante más que unos pocos miles de millones de euros. Bastante más. Cuando los seres humanos han dado lo mejor de sí mismos han configurado a las siguientes generaciones en base a ello. Cuando Nijinsky dejó de ser humano para convertirse en belleza viva en suspensión casi coloidal. Cuando Bukowski cogió sus tripas y se las enseñó al mundo. Cuando John Lennon dijo Imagine.

No se trata de dejar de ver la televisión, se trata de crear entorno. Un entorno en el cual los programas basura sean una exquisita minoría, lo suficiente para poner contraste, lo suficiente para satisfacer a quien necesita comer mierda de vez en cuando.

Entorno: encender la televisión a cualquier hora del día, en cualquier canal y encontrarse algo hecho con el corazón o con las tripas. Algo auténtico para contárselo a millones de personas. Un programa de cocina, un debate sobre algo que realmente le interese a los participantes y sobre lo que de verdad estén más informados que cualquiera, una película de las miles de buenas películas que se han hecho y que se hacen, un concierto…

Es que se programa lo que tiene más audiencia, lo que a la gente más le gusta, para así ganar más con la publicidad. ¡Qué vergüenza defender ese argumento por unos pocos miles de millones de euros! La televisión (y la radio), los medios de comunicación masiva no deberían emitir lo que a la gente más le gusta, porque tienen un gran poder y por lo tanto la gran responsabilidad de utilizarlo para crear un entorno de calidad, donde la gente se críe y se desarrolle día a día rodeada de palabras que merezcan la pena, de imágenes y sonidos que también la merezcan. Antes pasaba y es perfectamente posible que vuelva a suceder, pero para eso hace falta gente poderosa y valiente que mueva los hilos necesarios. Todos los días, sin saltarse ni uno.